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Solo le pido a Dios

ANTONIO MARTÍNEZ
Deportes
El Mercurio



Si la labor de Reinaldo Rueda tropieza y se trunca (Dios no lo quiera) hay un concepto que dejará como herencia.

Si el entrenador colombiano por circunstancias desgraciadas y resultados marchitos debe marcharse (Dios no lo permita), en ese caso, su legado no será el gran ciclo ni el mediano, sino el microciclo.

Algo pequeño con forma de ciclo, menguados entrenamientos de un par de días, con un número de jugadores de 25 a 30 y una convocatoria cambiante, porque no se pretende construir un equipo determinado, sino observar varios. En estos momentos, por ejemplo, se trata de Copa América, torneo Esperanzas de Toulon y preolímpico de Colombia.

La misión es totalizadora y por eso nunca se sabe quién aparecerá en el microciclo. En el último fueron José Pedro Fuenzalida y Edson Puch. Después de verlos, Rueda afirmó que están con un pie y medio dentro de la Copa América. Se ignora por qué no están con los dos y desde hace rato, pero la respuesta está en lo que el técnico echó a andar y son idealmente mensuales y tan fugaces como su nombre lo indica: microciclos.

El cargo de entrenador de selección nacional, de Chile o cualquier país, es una labor codiciada por el honor, las posibilidades y el dinero, por supuesto, porque abunda y flota según el primer mandamiento que Sergio Jadue encarnó con luz cegadora y ahora con lepra: "No se fije en gastos, compadre".

Reinaldo Rueda se ve con la responsabilidad, nervios y experiencia del funcionario internacional, y por eso, si las cosas no florecen (Dios nos ampare) tampoco se muere y desangra, porque se irá con pena y lamentos, pero así son las cosas del fútbol para un profesional. Si él lo toma así, tomémoslo igual nosotros y que Dios nos dé porvenir, buenaventura y salud.

Un entrenador de selección, porque su equipo juega poco y se reúne cada tres meses y a veces dentro de medio año, debe inventar qué hacer en el intertanto y eso se llama proceso. Esa estructura necesita tiempo para graduar su métrica y ritmo, así que hay que respetarlo, seguirlo y protegerlo, porque sin proceso no hay resultados. Si son buenos es por el proceso. Si malos es por el proceso. Y sin proceso está la nada y el vacío (Dios nos libre).

Es una labor estresante, por el cambio de ritmo formidable y una cosa son las estrellas de lejos y otra distinta hacerlas entrenar.

Agobiante porque al dirigente le carcome la duda de si eligió bien y eso se resuelve con clasificaciones, pero no con microciclos.

Tensa porque la prensa vuela en círculo, en picada si encuentra el claro y por eso el técnico dibuja en su mente el deseo dominante de la jungla de cemento: que le vaya mal.

¿Qué se puede decir frente a eso, Reinaldo, amigo?

Que será lo que Dios piense, quiera y permita.

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